Las clases trabajadoras de Ucrania
hoy están confrontadas a acontecimientos de gran importancia
y de
alcance histórico. Sin duda, el significado de estos acontecimientos
rebosa los límites de la actividad del ejército insurreccional
revolucionario. Pero, estando en la vanguardia del combate en curso,
éste considera que es de su deber exponer a los trabajadores de
Ucrania, Rusia y del mundo entero, los fines por los cuales combate,
así como su análisis de los acontecimientos recientes y de
la
situación actual.
En Febrero-Marzo de 1917, Rusia y
Ucrania vivieron la Primera revolución, que provocó la caída de
la autocracia zarista y aportó la llegada de un poder político de
Estado, formado primero por personalidades de la gran burguesía
industrial, y después por representantes de la pequeña y
mediana
burguesía. Ninguno de estos dos gobiernos mostró estabilidad. Ocho
meses bastaron para
que las masas revolucionarias derribaran estos
poderes que no tenían nada común con los intereses
y las
aspiraciones de los trabajadores.
Desde Julio de 1917, la Segunda
revolución pareció necesaria. Tuvo lugar a finales de Octubre y
permitió la toma del poder de Estado por el partido socialdemócrata
bolchevique, el cual se
consideraba representante del proletariado
revolucionario y del campesinado pobre, es decir, de la revolución
social. Muy pronto, este partido llevó una lucha permanente contra
todos los demás
partidos competidores con el fin de apoderarse del
poder. Como sus palabras de orden coincidían
con las aspiraciones
de las masas trabajadoras, éstas lo apoyaron en su momento
decisivo.
También, este período de ocho meses de gobierno de
burguesía unida y rivalidad entre los diferentes partidos políticos
acabó con la toma del poder por el Partido Bolchevique. Sin embargo,
rápidamente
se vio que este partido y este poder de Estado - como
todo partido y todo poder de Estado –
actuaban sólo para ellos
mismos y se mostraban absolutamente incapaces de realizar los grandes
objetivos de la revolución social; por esto mismo, ponían trabas a
la actividad libre y creadora de las masas trabajadoras, capaces de
asumir por si solas esta tarea. Es evidente que controlando toda la
vida económica y social, todo poder de Estado crea inevitablemente
nuevos privilegios políticos y económicos y socava los fundamentos
de la revolución social. La incapacidad del partido
bolchevique
comunista para ofrecer una vía auténtica de lucha por el
socialismo, lógicamente
provocó el descontento, la decepción y la
amargura entre las masas trabajadoras.
La desorganización de la vida
económica a consecuencia de una mala política agraria suscitó
importantes disturbios en los campos. Sin embargo, el poder
bolchevique consiguió organizar en
Rusia un fuerte aparato de
Estado y un ejército dócil del que se sirve, exactamente igual que
sus antecesores, para asfixiar toda manifestación de descontento y
de resistencia popular.
En Ucrania, la situación es
diferente.
Antes de conocer el poder bolchevique,
Ucrania fue ocupada por los austro-alemanes, que instalaron
allí a
su títere, el hetman Skoropadsky. El poder de Petlura les sucedió.
Los excesos de estos
poderes provocaron una explosión de
indignación en el pueblo que provocaron un rechazo total hacia
la
misma idea del poder de Estado, que se tradujo en un poderoso
movimiento insurreccional
popular, animado por un espíritu
verdaderamente revolucionario anti-partidista y anti-autoritario.
Después de la retirada de los
austro-alemanes, los insurgentes revolucionarios limpiaron Ucrania,
por una serie de compromisos, de partidarios del Hetman y del
Petlura; el poder bolchevique
comunista sacó provecho de esto para
venir a instalarse en primavera de 1919, arrastrando una decepción
muy rápida. En algunos meses, el descontento y la hostilidad de las
masas trabajadoras
de las ciudades y sobre todo del campo se
manifestaron con violencia. Grandes regiones, tales
como las
provincias de Ekatérinoslav y de Tauride comenzaron a orientarse
cada vez más
distintamente hacia una auto-organización económica
y social, sobre una base hostil hacia los
partidos y el poder de
Estado. Ninguna actividad política fue tolerada allí. Hacia el fin
del verano, todo el país estaba sacudido por vastos movimientos
revolucionarios campesinos contra la arbitrariedad
del Partido
Comunista. La Tercera revolución sale a la luz y guía esta
insurrección general.
Durante este tiempo, la reacción había
alzado la cabeza. La Tercera revolución se opuso a la
tentativa de
restaurar el antiguo régimen. Al esperar encontrarse dueño de la
situación aniquilando a
sus dos enemigos - la insurrección
revolucionaria y la reacción-, el poder bolchevique preparó y
facilitó de manera traicionera el aplastamiento del grueso principal
del ejército insurreccional makhnovista. No obstante, el aparato de
Estado y las fuerzas armadas del poder comunista
bolchevique no
pudieron echar raíces en Ucrania y se mostraron incapaces de
reemplazar al
movimiento insureccional revolucionario en su lucha
contra Denikin. Los insurgentes revolucionarios salieron de esta
difícil situación debilitados, pero no vencidos. Obligados a estar
lejos de su zona de origen, se esforzaron por subsistir costara lo
que costara y, recorriendo otras regiones de Ucrania, prosiguieron
una lucha ensañada contra los denikistas y las calumnias hechas por
Trotsky y el
peligroso atentado cometido contra la revolución. La
llama de la insurrección campesina y de la
lucha contra la reacción
ahora hace furor en toda Ucrania. Un nuevo enemigo de los
trabajadores aparece bajo la forma del gobierno burgués y
republicano de Petlura.
Un enfrentamiento, inevitable y
decisivo, cuyo futuro mostrará quién saldrá vencedor de todo
esto,
pone cara a cara la idea de la organización libertaria,
seguida por masas importantes de Ucrania, y
la idea de un poder
político monárquico, bolchevique comunista o republicano burgués.
Estos son los grandes rasgos de la dura
experiencia revolucionaria que nosotros, sublevados makhnovistas,
vivimos durante estos dos años y medio de revolución. Nos queda
añadir que, en
nuestra región y en muchas otras más alejadas,
fuimos testigos y participantes de acertadas
pruebas de
organizaciones libertarias sociales y económicas, sin injerencia de
ningún tipo de
gobierno. La inmensa mayoría de ellos fueron
interrumpidos sólo a consecuencia de intervenciones violentas de uno
u otro poder.
El resultado de esta experiencia,
difícil pero instructiva, así como las posiciones teóricas que la
caracterizan, nos hacen declarar de modo claro y preciso lo
siguiente:
El desarrollo de la revolución nos
convenció indudablemente de que ningún partido político y ningún
poder de Estado son capaces de resolver los grandes problemas de
nuestra época, de volver a
reactivar y organizar la economía
arruinada del país, de estimular y satisfacer las necesidades de las
masas trabajadoras. Estamos convencidos de que a consecuencia de esta
experiencia, las grandes
masas obreras y campesinas de Ucrania
llegaron a la misma conclusión y que no apoyarán ninguna opresión
política.
Consideramos que, en un futuro próximo,
todas las clases trabajadoras alcanzarán la misma
posición, y que
ellas mismas se ocuparán de la organización de su vida profesional,
económica,
social y cultural, a partir de principios libres, sin la
tutela, la presión y la dictadura de ninguna personalidad, partido o
poder, sea cual sea.
Declaramos que el movimiento
insurreccional popular que se desarrolla actualmente en Ucrania
constituye el principio de la gran Tercera revolución, que liberará
definitivamente a las masas trabajadoras de toda opresión del Estado
y del Capital, privado o estatal.
Declaramos que nuestro ejército
insurreccional makhnovista es sólo el núcleo combatiente de este
movimiento revolucionario popular ucraniano, núcleo cuya tarea
consiste en organizar por todas
partes fuerzas insurreccionales y
ayudar a los trabajadores sublevados en su lucha contra todo
abuso
del Poder y del Capital. Ucrania está a las puertas de una verdadera
revolución social y campesina. Este es el sentido de la situación.
Nosotros, sublevados makhnovistas, somos los hijos
de esta
revolución, para servirla y protegerla.
Cuando se propague una poderosa llama a
través de toda Ucrania de los trabajadores, liberándole de todos
los agresores y de todos poderes, nosotros, fieles combatientes, nos
agregaremos a los
millones de insurrectos del pueblo. Participaremos
entonces codo a codo en la edificación libre de
una vida nueva. En
cuanto a nuestra idea de las cuestiones esenciales de la
reconstrucción
económica y social, consideramos indispensable
subrayar lo que sigue: Cuando los trabajadores
mismos dispongan de
la libertad necesaria para forjar su destino, la mayoría aplastante
de ellos se orientarán natural e inevitablemente hacia la
realización de los principios sociales verdaderamente comunistas.
Pensamos que únicamente las masas
trabajadoras pueden aplicar en los hechos estos principios, a
condición de que dispongan de la libertad más completa de creación
socio-económica.
Consideramos pues como completamente irracional e
inútil tratar de imponer por la fuerza nuestro ideal. También
pensamos que sería funesto tratar de querer poner las masas en
nuestro remolque,
por medio de una dirección por arriba. Queremos
limitar nuestro papel a una simple ayuda teórica y
organizativa, en
forma de proposiciones, consejos, de indicaciones o de orientaciones.
Pensamos
que, si el pueblo debe tener la posibilidad de conocer
todas las opiniones y los consejos, sólo él
debe decidir
aplicarlos en toda independencia y libertad, sin injerencias de
partidos, de dictadores o
de gobiernos cualesquiera que sean. Nos
esforzamos por mostrar estas ideas a las masas
trabajadoras,
llamando la atención de su propio papel autónomo en una edificación
soviética libre.
El régimen de los soviets
Expresamos nuestra idea de un auténtico
régimen de soviets libres de la siguiente manera: con el fin
de
instaurar una nueva vida económica y social, los campesinos y
obreros crearán natural y
libremente sus organizaciones sociales y
económicas: comités de soviets de pueblos, cooperativas, comités
de fábricas, talleres, minas, organizaciones ferroviarias, de Correo
y Telégrafo y todo tipo de uniones y organizaciones posibles. Para
establecer un lazo natural entre todas estas uniones y asociaciones,
ponen en pie órganos federados de abajo a arriba, bajo la forma de
soviets
económicos, teniendo como tarea técnica regular la vida
social y económica en gran escala. Estos soviets pueden ser de
distrito, de ciudad, de región, etc..., organizados según las
necesidades, a
partir de principios libres. En ningún caso deberían
ser instituciones políticas, dirigidas por políticos
o partidos,
que dictarían su voluntad (lo que se realiza bajo la máscara del
"poder soviético"). Estos soviets son sólo los órganos
ejecutivos de las asambleas de los que se derivan.
Tal régimen soviético realmente
refleja la organización de los campesinos y obreros. Si esta
creación es efectivamente la obra libre de las mismas masas
campesinas y obreras, si el trabajo económico vivificante de todos
los órganos de base y de las organizaciones soviéticas federativas
comienza a atraer a cada vez más trabajadores, sin injerencia ni
intervención de ningún partido
político o poder, entonces, según
nuestra opinión, será posible instaurar rápidamente un sistema
económico y social a partir de los principios de igualdad social,
justicia y fraternidad, y, de esta
forma, poner fin a la existencia
de clases, partidos políticos y Estados, así como a la dominación
de
una nacionalidad sobre otras. Las clases atrasadas y no
trabajadoras de la población serán
naturalmente integradas, poco a
poco, en este sistema.
Toda “actividad política”, que
trae inevitablemente la creación de privilegios y un aparato de
esclavitud
económica y política de la masa trabajadora se mostrará
inútil en los hechos, y las organizaciones políticas tenderán a
desaparecer por si solas.
A las preguntas que surgirán acerca de
los organismos "oficiales" y las diversas actividades
sociales
relativas a la educación, la salud, las estadísticas, los
registros de uniones, defunciones y
nacimientos, etc...,
responderemos que serán dejados a la iniciativa individual, preciosa
y fecunda,
en el marco del soviet. Todo esto no planteará
dificultad alguna y será resuelto de la mejor manera
posible por los
órganos locales de auto-dirección.
El aparato judicial y
administrativo
En cuanto al hecho de presentar este
aparato como una necesidad, queremos ante todo reafirmar
nuestra
posición de principio: estamos contra todo aparato judicial y
policial rígido, contra todo
código legislativo fijado una vez
para siempre, que acarrean violaciones groseras de una
auténtica
justicia y de una defensa efectiva de la población. Éstas
no deben ser organizadas, sino ser el acto
vivo, libre y creativo de
la comunidad.
Es por eso que todas las formas caducas
de la justicia judicial, tribunales revolucionarios, leyes
represivas, policía o milicia, chekas, prisiones y todas las demás
antiguallas estériles e inútiles
deben desaparecer o ser
suprimidas desde el primer respiro de la vida libre, desde los
primeros
pasos de la organización social y económica libre y viva.
Las mismas organizaciones libres, las
asociaciones y los soviets de
obreros y de campesinos, deben establecer tales o cuales formas
de
justicia. Esta justicia no debe ser ejercida por funcionarios
especializados, sino por responsables
que gocen de la confianza de
la población local, de acuerdo con ella y apartando totalmente
las
sanciones previstas en el pasado. Lo mismo, la autodefensa
popular debe ser fundada sobre la organización libre, sin ser el
asunto de milicianos especialistas. La organización, oficial por el
Estado de la justicia y de la defensa, no sólo no alcanza sus
objetivos, sino que traiciona toda
justicia y defensa verdaderas.
La cuestión del abastecimiento
Esta cuestión tiene actualmente una
gran importancia. Su resolución se sitúa en el primer lugar de
las
urgencias, porque toda la suerte de la revolución depende de ella en
este momento. El principal
defecto de la revolución precedente [de
los bolcheviques - A.S.] venía de la completa
desorganización del
abastecimiento, lo cual provocó el corte entre las ciudades y el
campo. Los trabajadores deben dedicarle la más grande atención.
Esta cuestión era particularmente fácil de
resolver a principios
de la revolución, cuando la vida no estaba desorganizada todavía
completamente
y el alimento se encontraba por todas partes en
cantidad más o menos suficiente. En este
momento, la lucha entre
los partidos socialistas para apoderarse del poder político, y luego
la del Partido Bolchevique para mantenerse, acapararon la atención
de los obreros y campesinos que
dejaron esta cuestión indecisa y no
la vigilaron lo suficiente. En cuanto al poder bolchevique, se
mostró, muy naturalmente, incapaz de resolverla.
Aquí también, consideramos que la
justa resolución de esta cuestión y la entrega ordenada de todo
lo
que tuvo relación con eso sólo puede ser encontrada por los mismos
trabajadores mediante sus organizaciones libres. Nadie más podrá
zanjar válidamente este problema en su lugar. Los
trabajadores
deben evitar sobre este plano desunirse y debe establecerse una
estrecha unión entre obreros y campesinos. Esto no será difícil si
dejan de lado las organizaciones políticas y los
políticos
charlatanes. Las ciudades liberadas de todo poder político
convocarán un congreso
desarrollado por obreros y los campesinos, el
cual inscribirá entre las prioridades la cuestión del
abastecimiento y el restablecimiento de los lazos económicos entre
las ciudades y los campos,
instaurando un intercambio equitativo de
productos de primera necesidad. La tarea posterior será
obra de las
organizaciones profesionales, cooperativas y de los transportes.
Se crearán organismos adecuados para
la investigación, reagrupación y recuperación de la
producción
industrial y agrícola; instaurarán un sistema de intercambio y de
repartición justa de los
bienes. Sobre este plano, las cooperativas
y las asociaciones libres de obreros y de campesinos
deberán
desempeñar un papel primordial. Es sólo así, según nuestra
opinión, que podrá resolverse la
cuestión particularmente
importante del abastecimiento.
El problema de la tierra
El proceso de restablecimiento y de
mejora rápida de nuestra economía agraria, actualmente
arruinada y
muy limitada, reclama una reorganización del cultivo de la tierra
puesta en marcha por
una decisión absolutamente libre y voluntaria
de toda la población agrícola trabajadora (con la
evidente ayuda
de los especialistas). Los comerciantes de los pueblos deberán ser
apartados rápidamente de este proceso. Estamos convencidos de que la
solución de este problema de la tierra
se resolverá por si mismo
mediante la organización comunista de la economía campesina. Todos
ellos estarán rápidamente convencidos de que el desarrollo de la
producción y la satisfacción de
todas las necesidades solo podrán
ser asegurados por la comunidad y no por personas particulares.
Sin
embargo, toda imposición del comunismo mediante la coacción y por
la administración de arriba
deberá ser rechazada.
El decreto de los bolcheviques que se
refiere en la "nacionalización de las tierras", es decir a
la
entrega de las tierras a las manos del Estado (de hecho, a las
manos del gobierno, de sus órganos
y de sus funcionarios), debe ser
suprimido. La apropiación de las tierras por el Estado
conducirá
inevitablemente, no a estructuras agrícolas justas y
libres, si no a la reaparición de un nuevo
explotador y dueño, en
forma de Estado, que utilizará - como todos los patronos - el
trabajo
asalariado e impondrá por la fuerza al campesinado todo
tipo de cargas, impuestos, etc..,
exactamente como antes hacían los
pomieshchik is. El campesinado no ganará nada encontrándose
frente
a un solo dueño - el Estado - todavía más poderoso y cruel que los
millares de pequeños
jefes, dueños y pomieshchik is. La tierra
confiscada a los grandes terratenientes no debe ser puesta
a
disposición del Estado sino en las manos de quienes la trabajan
directamente: las organizaciones
campesinas, los municipios libres y
otras uniones.
Los modos de empleo de las tierras, del
material y la misma organización de la economía agrícola
deben
ser elaborados libremente en congresos campesinos, después de
discutirlos y adoptarlos
sobre resoluciones, sin injerencia de
cualquier poder sea cual sea.
Consideramos que la solución de todas
estas cuestiones por los mismos campesinos traerá un
proceso
natural de desarrollo de las organizaciones sociales de la economía
campesina,
comenzando, por ejemplo, con la repartición igualitaria
y proporcional de la tierra, del material
agrícola y del ganado;
por la organización social del trabajo y de la distribución de los
productos teniendo como base la cooperación; por la utilización
social de la tierra y de los equipos, etc., es
decir por formas
comunistas más o menos afirmadas. El trabajo manual e intelectual de
los
aldeanos experimentados y competentes, en estrecho contacto con
las organizaciones obreras,
reforzará este proceso y acelerará su
desarrollo. Entre tanto, las propiedades privadas serán rápida y
fácilmente reabsorbidas. La población campesina activa dominará
sin dificultad a los representantes
de la clase de los grandes
propietarios, confiscando primero sus tierras en provecho de la
comunidad, luego naturalmente integrándolas en la organización
social.
Llamamos la atención de la población
campesina sobre una organización cooperativa ensanchada
desarrollada
y la producción distributiva. Consideramos que la organización
cooperativa es, como
primera etapa, la más adaptada y más natural
sobre la vía de la edificación de la economía agrícola
sobre
bases nuevas.
La llamada "economía soviética",
donde reinan inevitablemente el trabajo asalariado, la arbitrariedad
y la violencia de los funcionarios bolcheviques comunistas, tiene que
ser totalmente liquidada. La cuestión de la participación de
agrónomos competentes y especializados así como otros
problemas
diversos serán reglamentados por la discusión y las
decisiones tomadas por las organizaciones y
los congresos
campesinos. Todas las formas de trabajo asalariado deben ser
irremediablemente
suprimidas.
Es muy evidente que la solución justa
y la evolución posterior de la cuestión de las tierras
dependan
estrechamente, en una gran medida, del reglamento equitativo
de la cuestión obrera. Es a las
organizaciones obreras a las que
incumbe también establecer un cierto número de lazos con los
pueblos, bastante numerosos, para intercambiar todo tipo de
materiales y de objetos de la
producción industrial por productos
agrícolas. Únicamente la unión estrecha y fraternal de obreros
y
campesinos, en el interior de organizaciones de ayuda mutua en la
producción y en el intercambio
económico, podrá aportar a la
cuestión agraria una solución natural, planificada y justa.
La cuestión obrera
Habiendo sido testigos de numerosas
tentativas llevadas a cabo por diversos partidos políticos, "hombres
de negocios" o " personalidades honestas" para
resolver la cuestión obrera; al haber
examinado atentamente la idea
y los resultados de la estatalización (nacionalización), tanto de
los
medios y los instrumentos de la producción obrera (minas, medios
de comunicación, fábricas,
talleres, etc...) como de las mismas
organizaciones obreras (sindicatos, comités de fábrica
y
cooperativas, etc...), declaramos con certeza que sólo existe una
solución verdadera y justa de la
cuestión obrera: transferir todos
los medios, instrumentos y materiales de trabajo, de producción y
de transporte, no a la disposición total del Estado - este nuevo
patrón y explotador, empleando al
trabajado asalariado y oprimiendo
a los obreros no menos que los empresarios privados - si no a
las
organizaciones y uniones obreras, asociadas natural y libremente
entre ellas, en contacto con las organizaciones campesinas, a través
de sus soviets económicos. Estamos convencidos de que sólo
esta
manera de resolver la cuestión obrera liberará la energía y la
actividad de las masas obreras,
dará un nuevo impulso a la
restauración de la economía industrial destruida, hará imposibles
la
explotación y la opresión, pondrá término a la especulación y
el engaño, terminará el aumento
artificial de los precios y la
subida artificial del coste de la vida.
Estamos convencidos de que sólo los
obreros, con la ayuda de sus organizaciones y uniones libres, podrán
obtener su liberación del yugo del Estado y del Capital (tanto del
privado como del de
Estado), encargarse de la explotación del
mineral y del carbón, volver a poner en marcha las
fábricas,
organizar un intercambio equitativo de los productos entre las
diferentes regiones, ciudades
y campos, restaurar la circulación
ferroviaria; en una palabra, devolver la vida al cuerpo moribundo
de
nuestra organización económica.
Ningún poder de Estado, partido,
sistema de dirección y de control de los obreros por comisarios,
funcionarios, militantes políticos u otros podrán llevar, según
nuestra convicción profunda, al fin
fijado. La organización del
trabajo, de la producción, del transporte, de la distribución y
del
intercambio debe ser obra de las uniones obreras libres, con la
ayuda de las personas
experimentadas y competentes, en las
condiciones de un trabajo libre en las fábricas.
Para asegurar la actividad de tal
organización y su desarrollo provechoso, es indispensable, ante
todo, preparar congresos y conferencias obreras auténticas, sobre
bases libres, sin presión de
dictadura de partidos o de individuos.
Sólo estos congresos y conferencias libres podrán resolver
efectivamente todas las cuestiones urgentes de la vida obrera y de la
edificación obrera en una orientación necesaria y provechosa. No
hace falta decir que la resolución justa y la orientación
posterior de la cuestión obrera dependen en gran parte de la
solución equitativa de la cuestión del abastecimiento y de la
repartición de la tierra, así como de la cuestión financiera,
unida
estrechamente también a la cuestión obrera.
La cuestión de la vivienda es parte
integral, también damos nuestra posición fundamental sobre este
tema: una de las primeras tareas de las organizaciones obreras libres
es repartir equitativamente las viviendas disponibles, luego
desarrollar la construcción de las viviendas necesarias, y esto
podrá hacerse sólo en colaboración con los responsables de la
gestión de las viviendas (comités de casa y
de barrio).
La cuestión financiera
El sistema financiero es inseparable
del sistema capitalista. Éste pronto será reemplazado por
la
organización comunista libre de la economía, lo que llevará
indiscutiblemente a la desaparición del
sistema financiero y su
sustitución por un intercambio directo de los productos, por medio
de la
organización social de la producción, del transporte y de la
distribución.
Sin embargo, esta transformación no se
hará de la noche a la mañana. Aunque el sistema monetario
hoy está
completamente revuelto, hará falta, por las circunstancias, que
continúe funcionando
todavía un cierto tiempo. Por el momento, es
indispensable organizarlo sobre nuevas bases.
No se trata de conservarlo o de
restablecerlo, sino únicamente de adaptarlo provisionalmente a
bases más justas. Desde el golpe de Estado de Octubre, las riquezas
del pueblo están
concentradas en las manos del Estado, ya sea en
las capitalistas o en sus organismos. La
imposición obligatoria y
la explotación creciente eran los fundamentos de esta concentración.
El
poder bolchevique comunista se erigió por encima de los
trabajadores como Estado-patrón-
explotador. Se considera como el
dominador y el único organizador del sistema monetario del país.
De hecho, el Estado bolchevique y sus funcionarios son los únicos
que hoy disponen de la riqueza
del pueblo. Según nuestra opinión,
esta situación debe cambiar radicalmente.
En la medida en que el sistema de los
soviets libres de trabajadores se coloque y desarrolle,
inaugurando
una nueva vida libre, todo impuesto deberá ser suprimido y
reemplazado por la
contribución libre y voluntaria de los
trabajadores. En las condiciones de una edificación libre
e
independiente, esta contribución dará sin duda alguna los mejores
resultados. Consecuentemente,
el tesoro centralizado por el Estado,
bajo cualquier forma (hasta bajo la de " Banco del pueblo "),
debe ser liquidado y reemplazado por el sistema descentralizado de
verdaderos bancos del pueblo,
creados sobre una base cooperativa. Los
fundadores y los depositantes de estos bancos deben ser únicamente
los campesinos y los obreros, es decir sus asociaciones, sus uniones
y
organizaciones, teniendo como base una contribución libremente
consentido. En el caso de gastos indispensables para tal o cual
empresa o servicio, de amplitud regional o incluso nacional (tomemos
el ejemplo de los Correos y Telégrafos), el congreso general o el
soviet de este organismo recibe la suma necesaria de los bancos del
pueblo. Éstas pueden ser municipales, soviéticas, sociales,
etc..., según las necesidades. La importancia de las contribuciones
voluntarias será determinada por
el cálculo de las necesidades y
de los gastos sociales. Ni un solo rublo de plata del pueblo puede
ser gastado sin el acuerdo y la autorización expresa de la
organización (congreso, municipio, soviet
o unión). Los diferentes
servicios sociales y los organismos presentan, en el momento
acordado, los
gastos previstos a sus respectivas instancias que
ratifican, si llega el caso, el presupuesto
preventivo.
Este es, a grandes líneas, el sistema
financiero que, según nosotros, debe ser instaurado durante
el
período en el que el signo monetario y la circulación de la
moneda continúan existiendo. Sólo tal
sistema estará en plena
armonía con un régimen auténtico de soviets.
En lo que concierne al signo monetario
en sí, podremos disponer al principio de una cantidad más
importante que la necesaria. Así, a medida del fortalecimiento y el
desarrollo de la nueva
organización del trabajo, los obreros y
campesinos pasarán del sistema monetario al del simple
certificado
del trabajo social surtido .Este certificado le dará al portador el
derecho a recibir de las
tiendas y mercados sociales los objetos y
los bienes que necesitará, y que comenzarán a aparecer
en
abundancia gracias a la organización del nuevo aparato económico
adaptado a las necesidades.
No está lejos el día cuando cada
trabajador, gracias a su trabajo para la sociedad (y por lo tanto
para él mismo como miembro de esta sociedad), podrá recibir, según
el certificado necesario los
productos y los bienes que le son
indispensables.
La cuestión nacional
Está claro que cada grupo nacional
tiene el derecho natural e indiscutible de hablar libremente su
lengua, de vivir según sus costumbres, de conservar sus creencias y
sus ritos, de redactar sus
manuales escolares y de tener sus propios
establecimientos y organismos gestores; en una
palabra, de mantener
y desarrollar su cultura nacional en todos los dominios. Es evidente
que esta posición clara y precisa no tiene absolutamente nada que
ver con el nacionalismo de tipo
"separatista", que levanta
una nación contra las otras y que reemplaza la lucha para una unión
natural y social de los trabajadores por una separación artificial y
funesta.
Según nuestro modo de ver, las
aspiraciones nacionales de carácter natural y sano (lengua,
costumbres, cultura, etc.) sólo pueden encontrar una solución plena
y fructuosa en la unión de las nacionalidades y no en su
antagonismo. La lucha de liberación de un pueblo naturalmente trae
la
misma lucha chauvinista de otros pueblos, su resultado es
inevitablemente el aislamiento y el odio
entre las diferentes
naciones. Esta visión de la cuestión nacional, profundamente
burguesa y
negativa, conduce fatalmente a enfrentamientos nacionales
absurdos y sangrientos.
La edificación rápida de una nueva
vida sobre bases socialistas traerá necesariamente el desarrollo
de
la cultura específica de cada nacionalidad. Cuando nosotros,
sublevados makhnovistas,
hablamos de la independencia de Ucrania, la
situamos sobre el plano social y económico de los trabajadores.
Proclamamos el derecho del pueblo ucraniano (y el de toda otra
nación) a la autodeterminación, no en el sentido nacional estricto
de tipo nacionalista, pero sí en el de los trabajadores que se
autodeterminan. Declaramos que el pueblo trabajador de las ciudades y
campos
de Ucrania les mostró a todos, mediante su heroico combate,
que no quiere sufrir más poderes
políticos y que no los necesita,
que aspira conscientemente a una sociedad libertaria. Declaramos
pues que todo poder político, de dondequiera que venga, que
pretendiera dominar y dirigir mediante
la coerción y la
arbitrariedad, estará considerado por las masas trabajadoras
ucranianas como
enemigo y contrarrevolucionario. Lucharán
ferozmente contra él, defendiendo su derecho a la auto-organización
hasta la última gota de su sangre.
No hace falta decir que, en la sociedad
fundada sobre verdaderas bases soviéticas, tal y como las expusimos,
la cuestión de la representación proporcional y otros
procedimientos políticos no se
usarán.
La cultura y la educación
La cultura y la educación en una
sociedad libre no pueden ser el monopolio del Estado o de un
gobierno. Sólo pueden ser asunto de individuos y de organizaciones
libre y naturalmente unidas. La creación viva y libre de los valores
culturales vinculados al espíritu de las masas trabajadores sólo
puede nacer en estas condiciones
La libertad de los ciudadanos
Es evidente que la organización libre
de la sociedad ofrezca la posibilidad entera y práctica de
realizar
las llamadas " libertades del ciudadano "... libertad de
expresión, de prensa, de conciencia,
de culto, de reunión, de
unión, de organización, etc...
La defensa de la sociedad
Mientras la sociedad libre necesite
defenderse de una agresión exterior, deberá organizar su
autodefensa, su ejército. Concebimos éste como un contingente
libre, fundado sobre el principio electivo de los puestos de
responsabilidades y vinculado estrechamente a la población. Debe
estar puesto bajo la autoridad de las organizaciones de trabajadores
de las ciudades y campos, con el fin
de protegerlos contra toda
tentativa violenta por parte de todo poder de Estado y del Capital, y
de garantizarles una edificación social libre.
Relaciones con los Estados
extranjeros:
Los grandes congresos - que representan
todas las organizaciones de las ciudades y de los pueblos
que
constituyen la sociedad libre - designan una comisión encargada de
mantener relaciones
regulares con los Estados extranjeros. Esta
actividad debe ser pública y sin ninguna ambigüedad;
ningún
"secreto diplomático" es aceptable. Los problemas que no
puedan ser decididos por la
comisión están sometidos a la
discusión y a la decisión de congresos extraordinarios.
***
Estas son las bases sobre las cuales,
según nuestra opinión, debe fundarse la sociedad libre, justa
y
sana, por la cual combatimos. No tenemos que imponerle a la población
trabajadora estas ideas mediante la coacción ; consideramos que es
de nuestro deber de hacer únicamente mostrar nuestra
idea y
ofrecerles a los campesinos y obreros la posibilidad de discutir
libremente este punto de vista, tanto este como otros, con el fin de
que sea posible escoger con toda libertad tal o cual vía para la
edificación económica y social de la sociedad.
Estamos convencidos de eso: solamente
teniendo la libertad más completa de investigación y de experiencia
de edificación la población trabajadora podrá encontrar la salida
natural que lleve al socialismo auténtico y sano. Esta libertad en
la búsqueda y en la edificación la mantendremos y defenderemos con
todas nuestras fuerzas; indudablemente será defendida de la misma
manera por
todos los trabajadores de Ucrania, a los que llamamos a
participar en el gran combate común, corrigiendo si es preciso los
errores y las insuficiencias inevitables, manifestando su simpatía y
reforzándola por la adhesión continua de nuevos combatientes y
defensores de la libertad.
Es mediante los esfuerzos conjuntos de
la gran comunidad de los trabajadores que será forjada libremente la
forma de la nueva sociedad, y será defendiendo con las armas en la
mano este
derecho a la libertad creadora como venceremos.
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